Desde hace ya bastante tiempo, cuando empezaron a aparecer las primeras rotondas en Cáceres, los malpartideños que venían o iban a Cáceres, o incluso los cacereños que se acercaban a comprar al Carrefour, inevitablemente tenían que toparse, en pleno centro de la rotonda, con unas cigüeñas, alegoría de este animal en nuestra tierra, hechas de forja y de tamaño más que considerable.
Con el tiempo, supimos del nombre de su autor, Julián Pacheco Rebollo, malpartideño de 58 años, el menor de 3 hermanos. Nieto de Julián Rebollo Silva, "tío Estiércol", un sandiero afamado de los de entonces, y de Antonia Rebollo, aquella señora que vendía el pan por las calles con un carro de mano.
Julián frecuentó poco la escuela en Malpartida "mi infancia la pasé en una finca, "Los Leones" de la familia Santos Fernández, donde mi padre estaba de guarda. Durante épocas fui a la escuela de Don Victorio, en el grupo Los Arcos, donde hice el graduado escolar hasta que con 15 ó 16 años, nos vinimos definitivamente a Malpartida"
La infancia de Julián en Malpartida era como la de cualquier niño de aquella época, amigos y, sobre todo, futbol "de aquella época recuerdo a Diego Agúndez, a Juan Andrés, a Soria, jugábamos en la peña del "descargaero" y en el campo viejo que hay junto al vertedero. No estábamos federados. Teníamos una liguilla local"
La afición por el arte con el hierro, le vino a Julián cuando empezó a trabajar en Hierros Montero, donde hizo sus primeros pinitos con un barco que empezó a los diecisiete años, y que, todavía, lo tiene en su exposición, aunque con el paso del tiempo ha ido devaluándose y quede de él sólo la coraza "aunque ya está viejo, lo conservo porque es el exponente de mi vida en los trabajos con el hierro".
Julián, con el tiempo, se ha convertido en un verdadero artista en moldear este elemento, hasta conseguir objetos que, por voluminosos, no dejan de ser impresionantes. Mención aparte merece un Cristo, al que Julián llama "el Cristo del cerrajero", una imponente obra de 3 metros de altura y 2 de ala, donde cuelga un Cristo "negro" de 2 metros de alto, con unos cabellos hechos con un enrejado de alambres finas soldadas entre sí.
Aunque tiene su centro de trabajo en Cáceres, sigue considerando a Malpartida como "mi pueblo", y le gustaría algún día exponer para sus paisanos. Su próximo proyecto, y que ya ha comenzado es un homenaje a los sandieros de Malpartida, una obra de proporciones al natural, en un conjunto formado por su "mi abuelo, el burro con un "serón", y cargado de sandías y melones".
Delante de esta obra, inacabada, cuelgan las fotos de su abuelo al que intenta reproducir lo más fielmente posible "con las fotografías pienso que sale mucho más real. El trabajo con el hierro es más complicado, tienes que saber donde dar los golpes para llegar a lo que tú quieres"
Julián hace todo tipo de figuras con el hierro, lo mismo hace el impresionante Cristo, que bustos, figuras, normalmente relacionadas con el campo, y, después por su profesión, rejas con arabescos vegetales entre otras muchas cosas.
Sus 20 años con este hobby le han dado satisfacciones de ver sus obras en rotondas y museos, "es mi único divertimiento, lo mismo que otros usan los fines de semana para salir al campo a cazar o pescar, yo me quedo en mi taller ideando o terminando mis obras" y ha tenido la oportunidad de conseguir premios en concursos realizados a nivel nacional.
"En Ademunt (Valencia), me presenté a un concurso y me llevé los dos primeros premios. El primero con el conjunto llamado "supervivencia", que es una reproducción de la lucha de un jabalí con un lobo, a tamaño natural, en el que, por cierto, le toca perder a éste último, cosa no habitual en la vida real. El segundo premio era un macho montés de cabra. El premio era una manzana de oro y manzana de plata"
Opina Julián, que él no es muy partidario de concursos ya que "las figuras una vez que las presentas a un concurso quedan devaluadas, porque ya no pueden presentarse a otro, ya que exigen que las figuras sean originales sin haberse presentado a concurso alguno"
En Minglanilla (Cuenca), también consiguió el segundo premio con una obra que representaba la lucha de un águila con un conejo en el pico, una obra de dos metros de envergadura.
Durante nuestra conversación nos muestra otras obras de menor tamaño, una cigüeña en su nido, una encina, un cerdo en el campo, un motivo taurino, un busto de su hijo, y tantas y tantas cosas más, que serían dignas de que los malpartideños las vieran expuestas algún día en su pueblo.