Borrar
Algo pendiente

Algo pendiente

FLORENTINO GÓMEZ

Malpartida de Cáceres

Viernes, 10 de abril 2020, 11:34

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

En la vida parece que siempre nos queda algo pendiente.

Si la muerte dependiera de nuestra voluntad, nunca habría tiempo para ella.

Tuve un gran amigo que últimamente me solía decir: Estoy preparado. Tengo mi maleta hecha, cuando quiera, donde quiera y como quiera.

Pero los mortales siempre tenemos la manía de dejar algo pendiente:

Tengo el borrador de mi cuarto libro sin terminar, me faltan cien páginas que revisar; tengo unas deudas pendientes, que debo sufragar…

Tengo a mi hija pequeña, en edad escolar, aún le quedan seis años para alcanzar su sueño.

Tengo pendiente seguir cuidando de mi madre, que ya tiene 95 años. Tengo pendiente un viaje aplazado, una y otra vez a Fátima por una promesa que hice. Otro a Guadalupe y otro a Salamanca. Una cena pendiente con mi familia, en el Hotel «El Castúo». Tengo pendiente mi jubilación y celebrarla con mis compañeros de fatiga. Recibir sus aplausos de despedida, que suenan, hasta siempre…

Pendiente, pendiente, tengo pendiente… ¡Cáspita! ¿Tantas cosas pendientes?

El día 25 del presente mes, se fue un entrañable amigo, mi amigo, Manuel Rico Jorge, «Manolo». Se marchó sin avisar, sin despedida pactada. A las 2 de la madrugada, en el silencio de la noche, sin tocar la aldaba de la puerta, de hierro pintada de negro de su casa. Entró la… y se lo llevó. Se marchó para siempre, y a los dos nos quedaron algunas cosas pendientes.

Ese mismo día, me despedí de él con cálido «Hasta mañana». A mí me quedó pendiente, un abrazo y un «Hasta siempre», pero no nos dio tiempo. Claro, como la muerte llega sin avisar… Me dejó con la despedida en el corazón y en la punta de los labios. Íbamos a seguir grabando, el avance informativo al día siguiente, como todos los días pero…

Nos quedaba seguir grabando el Programa «El fuego y la Palabra», sería el nº 200 pero no dio tiempo. Nunca jamás tendremos tiempo para ello. Ahí quedarán pendientes, congelados en el reloj del tiempo. «Tempus Fogit».

También quedó pendiente el prólogo de mi quinto libro pero…

Quedó aplazada, una visita que íbamos a hacerle a Pedro Manuel, Manolo, Julián y un servidor a la residencia de Mérída donde se recupera de su enfermedad, pero No nos dio tiempo.

Y todo porque mi amigo entrañable, tenía un viaje muy especial que hacer, hacia el país de nunca jamás.

Y algunas cosas más quedaron pendientes, como, los programas dedicados a la 2ª Carta a los Corintios. Tenía intención de escribir un libro sobre san Pablo, pero no le dio tiempo. En el ordenador de su estudio quedó el borrador de mi libro. Quería ser el primero en leerlo y disfrutarlo, pero…

No sé qué nos pasa a los seres humanos, siempre dejamos cosas para el final, sabiendo que a veces no habrá tiempo para realizarlas: trabajos, proyectos, ilusiones, aspiraciones…

En la agenda de nuestra vida, está escrito todo lo que hemos hecho y nos queda por hacer. Pero llega la muerte, la rompe entre sus manos y no queda nada por hacer, porque hasta aquí hemos llegado.

Amigo del alma, tengo que reconocer que tu partida, me ha dejado el alma descolocada. De las varillas del abanico de mi vida, se ha roto una más: «El hombre propone y Dios dispone y la muerte nos descoloca». Dios puso su rúbrica en la última página del libro de tu vida: «Misión cumplida». Escribió el epílogo de tu libro, con letras de eternidad. Después cerró la contraportada y te dijo: Vámonos, tu libro, ha finalizado. No Hay nada pendiente.

Amigo Manolo, me dijiste muchas veces: Florentino, no tengo miedo a nada. Ese mismo día de tu partida en el plató de televisión, me lo volviste a repetir: No tengo miedo de nada. Estoy dispuesto. Tengo preparada la maleta para el último viaje de la vida. Cuando Dios quiera. Sólo me llevaré una pena en el alma: lo solita que queda mi Paquita, mi esposa del alma, que he querido y quiero más que a mi vida.

Lector, perdóname, estoy llorando…por la partida inesperada de mi entrañable amigo Manolo.

Hasta siempre. La vida es sólo un camino que va de la cuna al sepulcro y por muchos recovecos que tenga, termina siempre en el mismo lugar. Pero los que tenemos la fuerza de la fe en Cristo, sabemos que con la muerte, no acaba todo, sino que comienza una nueva vida, más allá de la estrellas.

Hasta siempre amigo del alma. Al final del camino, nos volveremos a encontrar.

Florentino.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios