SUCEDIÓ HACE… (341): Corchados y Riberiegos
José Antonio Agúndez García
Malpartida de Cáceres
Martes, 29 de septiembre 2020, 12:43
Ando de inventario. En este caso inventario de apodos malpartideños de varios siglos. La verdad es que entre mis papeles andaban desperdigadas desde hace años varias listas y no pocas notas sueltas de los motes con que nuestros vecinos se conocieron, se conocen y aún se conocerán. Y es que esto de crismar a los congéneres con seudónimos distintos a los que traen de herencia por el apellido ni no es propio -sino que es costumbre universal muy extendida- ni es práctica de una época -pues trasciende a lo largo del tiempo-. Recuérdese que muchos grandes personajes de la historia llevaron un sobrenombre a cuesta, por ejemplo: el romano Publio Cornelio Escipión «El Africano», elrey castellano Pedro I «el Cruel» o el francés Pipino «el Breve». Y del mismo modo, también entre ellas se repartieron alias como Helena «de Troya», la reina Juana «La Loca» o su coetánea Juana «la Beltraneja». Pues si los personajes más encopetados los tuvieron, ¡cómo no habían de recibirlos los humildes y sencillos representantes del pueblo llano! De esta manera,afluyen un sinfín de denominaciones que componen todo un variado léxicocuyo estudio encierra una interesante parte de nuestra historia e intrahistoria. Por lo apodos nos acercamos a procedencias geográficas, a virtudes y defectos éticoso de la condición humana,a aspectos fisiológicos y peculiaridades biológicas, a los gremios y profesiones,a hechos cotidianos y anecdóticos, a algo de elocuencia y genialidad, a mucho de subjetivismo y también, algunas veces, a una carga de caricatura y escarnio.
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Los malpartideños fueron pródigos fabricantes de motes bien para denominar a familias completas bien a sujetos particulares -trascendiendo la mayoría de estos últimos al olvido según van desapareciendo sus portadores-. ¿Quién se acuerda ya de tío Comedia? Pues pocos porque pocos son los quedan que le conocieron u oyeron hablar de él. Además,tal como sucedía con los apellidos, tampoco entre los motes familiares más arraigadosexisten normas en el comportamiento de las asignaciones, de manera que hay hermanos de un mismo entronque que recibieron, por ejemplo, los varonesun apodoy las hembrasun alias diferente. Decir también que aún hoy, aunque la costumbre ha decaído, las generaciones más noveles no dejan de designar a sus semejantes con apelativos que en ocasiones transcienden al grupo y se popularizan, por lo que la fábrica de motes sigue activa.
Nuestro interés se centra, sin embargo, en los apodos que podríamos llamar tradicionales. Para la elaboración del mosaico de apodos malpartideños que llevamos construido y que supera en estos momentos las más de mil piezas, nos servimos de diferentes fuentes. Por una parte y fundamentales son las fuentes orales, las transmitida por la palabra, hecho en el que los que saben escuchar cuentan con delantera. No es extraño que en las conversaciones cotidianas se identifique aún a las personas por el alias más que por sus nombres o apellidos, que ni se saben ni importan. En esto es especialista la gente mayor que da norte de los individuos y su correspondiente ascendencia familiar nada más con pronunciar su mote. Por esta vía, de los abuelos Francisco y Luis –q.e.p.d.- y de otros informantes recibimos muchas noticias y generosos comentarios al respecto. Otras fuentes son las documentales, las que provienen de archivos y papeles. Son muy ricos en el descubrimiento de antiguos sobrenombres los libros sacramentales, los protocolos notariales, las actas capitulares pues hasta el siglo XIX eramuy normal distinguir a las personas por sus respectivos motes (por ejemplo, malpartideños fueron en época muy lejana Pedro Hernández «el Capón» o Mari Gutiérrez «la Biba»). Destaco también como interesantesfuentes documentales en esta materia los libros de parroquianos –aquellos en los que los comerciantes apuntaban lo que fiaban a sus clientes-, libros de iguala, libretas de invitados a bodas o relación de «platillos», algunos de cuyos ejemplares han llegado a nosotros.
Hablaré en esta ocasión de dos apodos de los que llamo históricos o tradicionales: Corchado y Riberiego. El primero fue apellido que acabó convertido en mote;el segundo,por el contrario, siendo apodo quedó con el tiempo transformado en apellido. Los Corchado estuvieron presentes en el padrón de vecinos desde que existe documentación, allápor el siglo XVI. Fue familiadedicada a las faenas agrícolas, de regular posición social y económica y alguno de sus miembros llegó a ocupar cargos de relevancia en el municipio. Por ejemplo, un Francisco Lorenzo Corchado recibió en 1584 poder del ayuntamiento para defender a un vecino ante la Mesta, pues había denunciado que ganados de este Real Concejo habían entrado en el prado boyal de este lugar causándole daños en su sembrado. Y aún otro Juan Alonso Corchado que en 1716 fue muerto por soldados cuando «siendo alcalde ordinario de este pueblo pasó a ver al Sr. Príncipe Bernia a la villa de Arroyo del Puerco, donde estaba con sus caballerías, a suplicarle y pedirle por este lugar para que se evitasen los daños que hacían en él». Por otra parte, como Corchado o «Corchao» -conocemosel gusto que tenemos en tragarnosen la pronunciación la «d» final de las palabras-han quedado en la toponimia un canchal próximo al casco urbano en plena Cañada y un pozo público también llamado «Corchao», cercano a dichas peñas, uno de los más antiguos y de mejor agua de la localidad, no sabemos si abierto por alguien de este apellidoen lejana época. Y también lindera con nuestra jurisdicción existe la dehesa de Casa Corchadilla e Hijada de Vaca y en el propio término de Cáceres,aunque más lejana, la finca Casa Corchada que quién sabe si no pudieron tener relación pretérita con los de este linaje.En definitiva, aunque el apellido se fue perdiendo y es hoy escaso o portado por gentes de otras naturalezas, el caso es que los apodos «Corchao» o «Corchá»aún perviven.
Riberiego es, por su parte, un mote que acabó convertido en apellido, aunque entre nosotros lo reconozcamos mejor con la grafía de Reveriego. Curiosamente conocemos en este caso -hecho poco común en el origen de los motes- la fecha incluso en que se introdujo. Lo trajo el vecino de Alburquerque Joseph Garzía «Riberiego» cuando casó en 1652 con la malpartideña María Sánchez la Monja. Realmente, el Riberiego era el apodo de aquel José -pues su apellido era García- y hacía referencia a su profesiónpues era entonces muy usual añadir al nombre y el apellido de los individuos el oficio que practicaban. ¿Y qué era un riberiego? El diccionario dice que con esta palabra se conoce al ganado de cualquier clase que no es trashumante y, por extensión, al dueño de este tipo de ganado. Esto es, riberiego es aquel ganadero que no tiene necesidad de realizar grandes recorridos ni movimientos estacionales con sus animales para aprovechar los pastos porque disponía de ellos en lugares próximos, lo que hoy llamaríamostécnicamente trasterminancia. Como estas zonas de pastos seguros suelen encontrarse en las orillas de los ríos, es de ahí de donde etimológicamente procede el término Riberiego -con origen o relación en la ribera-. Recordemos que tanto en español como en portugués son frecuente los apellidos Ribero, Rivera o Ribera, Ribeiro, etc. Tenemosclaro que aquel José García el «Riberiego» era uno de aquellos ganaderos y así lo demuestra el oficio de granjería y cuidado del ganado al que se dedicaron sus descendientes por muchas centurias. Este primer Riberiego también hubo de tener mediana posición y algunos bienes de fortuna, lo cual nos lo indica que al morir en 1660 dejase un buen número de misas en aplicación de su alma. En el siglo XVIII el García - que era realmente el apellido- se fue perdiendo en sus sucesores en favor del Riberiego -el apodo-, y los curas encargados de inscribir las partidas lo hicieron confundiendo vocalesy consonantes y así encontramos individuos del mismo vínculo llamados Riberiego, Rebiriego, Riveriego o Reveriego -grafía ésta que parece fue la que triunfó en última instancia-. Por tanto, podemos afirmar que todas las paisanas y paisanos que han portado el apellido Reveriego proceden de aquel Riberiego ganadero que fundó en Malpartida una estirpe extensa y larga cuyo tronco llega a nuestros días. No se debe que confundir a estos con otra familia de Riviriegos, comerciantes castellanos que nos llegaron en el siglo XX procedentes de la abulense Santa María del Berrocal. Finalmente decir que aunque buena parte de los Reveriegos malpartideños se dedicaron a los ganados, con el transcurrir de los siglos tocaron otros palos y oficios y los hubo igualmente jornaleros, aperadores, boteros, trajineros, panaderos, ferroviarios, concejales y alcaldes,mayordomos de cofradías e incluso algún sacerdote como D. José Reveriego Pedrazo -q.s.g.h-, cura párroco durante muchos años de la cacereña parroquia de San Blas donde realizó gran labor y dejó grato recuerdo entre sus feligreses. Ello le valió que el ayuntamiento de la capital rotulase una calle en aquella barriada con su nombre, única en el callejero cacereño dedicada a un malpartideño. Y ahora que lo pienso, es en D. José y la querida familia Reveriego Pedrazo donde confluyen los apodos a los que hoy hacemos referencia: «Riberiego» por el padre y «Corchá» por la madre. A todos ellos le dedicamos estas notas.
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